ursula delgado

A la edad de 13 años llegué a USA. Con la nostalgia de dejar atrás a mi país natal, Perú. No era en ese entonces una fan de América. La fragilidad de una temprana adolescencia, y el tener que abandonar todo lo que era conocido para mi no me permitía ver la oportunidad que tenía frente a mí. Con tantas barreras internas, entre el idioma, la cultura y las ganas de pertenecer, decidí regresar al Perú solo para encontrarme con una cultura que desconocía.‍ Recuerdo el preciso momento cuando mi vida y mi ingratitud se vieron confrontadas al ver a un muchacho meterse clavos en su piel no para pedir limosna sino más bien para motivar a las personas alrededor que compraran sus dulces. Esto me llevó a entender lo que yo había estado desperdiciando en el país de las oportunidades ‍, no era justo! Regresé a los Estados Unidos decidida a triunfar. El problema es que no podía superar mi timidez. Me di cuenta de que estaba en problemas, cuando decidí tomar una clase de oratoria y la reprobé. No podía hablar en público, me sentía mal, diferente, inadecuada. Allí me di cuenta de que dentro de mí estaban esas voces negativas que no me querían dejar superar. Era como un ancla en mi mente que quería que me quedara estancada. Recuerdo escuchar en mi mente la voz de mi abuela, enmarcada en su mejor intención con esos dichos comunes y la escasez de su forma de pensar. También recuerdo ese comercial de Apple (Here’s to the crazy ones) que decía que los locos son los que terminan cambiando al mundo. Seria talvez esa la razon de por que yo era tan diferente? ¡Estaba loca! Pero al parecer no era tan malo si había sido el éxito de Steve Jobs!, si sentía que era y pensaba diferente. Ese día decidí abrazar mis propias diferencias, decidí aceptar el diseño que El Creador me dio.. Yo sabía lo que quería, quería cambiar mi vida, el destino de mi familia y ayudar a muchas personas que también estaban teniendo limitaciones similares a las mías. Y aunque tenía muchas barreras en mi contra: ser mujer en un mundo de hombres, ser minoría en un país extraño, sin dominar el idioma, sin dinero, y una educación básica. Decidí hacer mi mejor esfuerzo para superarme. Mi mejor arma siempre fue mi persistencia. Y aunque muchos lo veían como terquedad, para mi era la fuerza que me permitía luchar. Con apenas $200, abrí mi primera empresa. Con mucho trabajo, y un equipo increíble creci esta empresa a ventas multimillonarias. Terminé vendiendo esta empresa a uno de los grupos más grandes de seguros del país. Ya podía retirarme si quería! Algunos lo llaman suerte, pero la suerte no es medible y el éxito si, hubo mucho trabajo estratégico y años de cometer errores y aprender de ellos. Lo más difícil fue superar la programación recibida que resalta mucha escasez y pensamiento limitantes de pobreza. Afortunadamente, con la ayuda de varios mentores y asistiendo a entrenamientos alrededor del mundo, terminé aprendiendo estrategias específicamente diseñadas para romper esas cadenas mentales que nos mantienen atados a la escasez. A lo largo de este viaje, me di cuenta de que tenía que aprender a ser un líder, me certifiqué como Coach de John Maxwell y ahora lidero ese equipo que enseña la parte de ventas para Latinoamérica.